Nacido el 6 de octubre en una sencilla casa de la Ciudad de México, durante la mejor luna de 1945, y siendo el segundo de tres hijos de padres trabajadores, generosos y amorosos, creció en la colonia Moctezuma. La solidez familiar en el seno de un barrio bravo gestaron en Jorge sus máximas existenciales: honestidad, respeto, solidaridad y amor por la vida, y sazonaron sus rasgos distintivos: caminante perpetuo, pensador profundo, de exquisitos gustos y con un sentido del humor vasto y muy florido, músico aficionado con guitarra y boleros incluidos, bailarín de muchos ritmos, igual que sus hermanos, y certificado con medalla en rock and roll; crítico implacable pero siempre propositivo, amigo leal con los hombros bien dispuestos y una solución a la mano. Rebelde, admirador de la naturaleza y con sensibilidad de poeta. Está casado desde 1968 con su compañera de la carrera, Tania Terrazas. Son felices padres de Alejandro, Daniel y Paulina, tres nóveles biólogos a pesar de los repetidos intentos disuasivos parentales; y muy orgullosos abuelos de Bruno, Constanza, Darién e Iyari.
Adolescente ávido de leer los temas más diversos, incluidas la literatura, la poesía y la filosofía que, atraído por el sol, practicó intensamente la natación y el buceo aprovechando la mayoría de sus vacaciones junto a su familia materna radicada en Acapulco, donde la hizo de “lanchero” y explorador de costas rocosas, y donde tuvo su primer contacto con las algas, lo que marcaría su vida indeleblemente, con sus también características tenacidad y visión de futuro. De naturaleza a contracorriente, autodidacta por excelencia y disciplinado hasta el límite de sus propias fuerzas, se ocupó desde muy joven de conformar y consolidar una opinión propia en todos los ámbitos de la vida. Quería estudiar un grupo poco ortodoxo, y ya conocía a las algas: ese mágico mundo tan diverso, tan vasto, tan antiguo que le ofrecía la oportunidad de hacer generalizaciones biológicas mucho más amplias que las que permiten los animales y plantas “superiores”: allí estaba su futuro.
Ingresó a la Facultad de Ciencias (FC) en 1964 y en 1966 inició su trabajo florístico con el inventario ficológico de La Blanquilla, Golfo de México, en el laboratorio de Hidrobiología del Instituto de Biología, dirigido por el Dr. Alejandro Villalobos F., una influencia fundamental en su formación. En 1968 Jorge continuó su trabajo ficoflorístico con las macroalgas de las costas de El Salvador, adonde viajó para hacer docencia y organizar la Sección de Botánica de la Facultad de Ciencias y Humanidades de la Universidad de El Salvador. De regreso a la FC (1970), impartió Botánica I (bacterias y algas) y Botánica III (briofitas y pteridofitas) y se recibió con la tesis “Planeación, organización y desarrollo de la sección de Botánica del Departamento de Biología de la Universidad de El Salvador, C.A.” dirigido por el Dr. A. Gómez-Pompa, con quien trabajó como colector de plantas superiores, y quien fuera otra de las grandes influencias en su vida profesional. En 1971 obtuvo su maestría en la FC.
Maestro innato en el doble sentido, el de aspirar a hacer todo con maestría -lo que llama perfeccionismo absurdo- y el de ser gestor del aprendizaje en otros, mucho antes de la moda constructivista, inició desde muy joven (20 años) su carrera docente en la escuela pública Benito Juárez, secundaria nocturna del barrio de La Merced. Filósofo también innato, reflexivo, inconforme permanente con el estado de cosas, y cuestionador de todo desde las instituciones hasta los ingredientes de los platillos de cualquier menú. Es consecuente con una doble regla elemental de convivencia: saber escuchar - o leer - para conocer otros puntos de vista cuando se es receptor, y ejercer el derecho a disentir y de asumir el compromiso de lo que se cree correcto cuando se es transmisor. Cuando habla del derecho a disentir lo vive como una obligación simultánea a la de tener una alternativa constructiva que proponer.
La mayor aspiración de su vida ha sido y sigue siendo participar en cambiar las posibilidades de futuro a través de su quehacer intelectual y práctico, su praxis. Paradójicamente, con tendencia al aislamiento, pero vinculador permanente de personas. Fundador y desarrollador de corazón, frecuentemente incomprendido – aunque él jamás usaría ese término – cuando dejaba proyectos ya en marcha para iniciar nuevos.
Su vocación de sembrar semillas diferentes y su aspiración de ser agente de cambio consciente lo llevaron a generar y desarrollar un sinnúmero de proyectos de docencia con colegas profesores y alumnos; de investigación en ficología, biología, educación y evaluación-planeación en instituciones educativas, principalmente de nivel superior; y de difusión en educación y biología.
Muy temprano en su vida de reflexión sintió la necesidad de tener una concepción nada menos que del mundo, que fuera el punto de partida de todo su quehacer profesional, y de toda su vida. Su inteligencia fuera de lo ordinario, su capacidad ordenadora del caos y su autodisciplina férrea lo llevaron a elaborar en las noches, después de su jornada de trabajo en la FC, y durante más de 10 años, la concepción que eventualmente bautizó con el nombre de “Teoría de los Procesos Alterados” (TPA), una concepción y un instrumento para conocer y entender el devenir de lo existente y su potencial para seguir deviniendo … y ser partícipe con conocimiento de causa de dichos cambios a través de una actitud científica y ética. A la TPA, sus alumnos atinadamente la llaman de cariño la “Teoría de los Sesos Alterados”. Dice con cierta nostalgia que ya no es el creador de la TPA sino su esclavo. Y sí. Alguna vez se le oyó decir: “Ojalá me pudieran ver como un proceso alterado”.
A partir de la TPA y en su faceta de biólogo ficólogo elaboró la concepción que llamó “Biología Integral” y el “Programa Flora Ficológica de México (PFFdeM)” cimentado en su concepción y estrategia llamada “Ficoflora Dinámica”. Y en su faceta de evaluador-planeador generó el Modelo "V". Para dar viabilidad a estos proyectos fundó y encabezó el desarrollo de: el Laboratorio de Investigación para la Enseñanza de la Biología, el Laboratorio de Ficología y la Sección de Ficología del Herbario (FC), la Red Internacional de Evaluadores (RIEV), el Sistema de Evaluación, Acreditación y Certificación de la Educación Superior en América Latina y el Caribe y el Sistema de Medición, Mejoramiento y Aseguramiento de la Calidad de la Educación.
La aspiración de ser alterador lo llevó también a participar en la creación del Consejo Nacional para la Enseñanza de la Biología, a tomar parte en la fundación de los Colegios de Ciencias y Humanidades (CCHs), a ser Secretario Académico de la Facultad de Ciencias (1973-1978), Coordinador del Consejo Departamental de Biología (1986-1990), gestión en la cual elaboró el primer proyecto de desarrollo a largo plazo de la carrera de biología de la FC. Esa aspiración de ser agente de cambio lo llevó a participar en la modificación del Plan de Estudios de la Licenciatura de Biología (1995) y a aceptar ser delegado por la UNAM como Vocal Ejecutivo del Comité de Ciencias Naturales y Exactas de los Comités Interinstitucionales para la Evaluación de la Educación Superior (CIEES) de la SEP-ANUIES (1996-2004). Su vocalía en los CIEES tenía que evaluar y acreditar ni más ni menos que los programas académicos de licenciatura y posgrado de todas las ciencias naturales de todas las universidades públicas de México. Como siempre, metió orden al caos elaborando un metamodelo de evaluación–planeación para ser adecuado a las particularidades de cada programa/universidad/región de México. Con ello sentó los fundamentos de la transdisciplina de la evaluación-planeación como una actividad de investigación. Siempre consideró el poder participar en los CIEES como un regalo de la vida. Pero también la vida le deparaba que renunciara a su Vocalía por el camino oficialista que comenzaron a tomar los CIEES.
Siempre polémico, aun en cuestiones tan sensatas como la idea de aulas con mesas modulares para poderle dar flexibilidad a los procesos de enseñanza-aprendizaje, y que llamó aulas-laboratorio. Consiguió concretar dichas aulas-laboratorio para la Nueva Facultad, pero de principio a fin fue un trabajo cuesta arriba. Con una actividad académica y administrativa tan intensa como innovadora en todos los ámbitos, la comunidad de la FC no llegó a entender por qué jamás intentó ser director. La respuesta es muy sencilla: ser director más que avanzar el desarrollo de sus planes, los obstaculizaba.
En 1990 durante la edición del “II Congreso Latinoamericano de Algas Marinas” realizado en Lima, Perú participa en las discusiones que culminaron con la fundación de la Sociedad Ficológica de América Latina y el Caribe, donde es elegido como presidente y con ello responsable de la organización del “III Congreso Latinoamericano de Ficología” con sede en la Ciudad de México. De regreso de Lima, González-González propone a los colegas nacionales la constitución de la Sociedad Ficológica de México -que consideraba un paso fundamental en la maduración de la ficología mexicana- y la organización del “1er Congreso Mexicano de Ficología”, eventos realizados simultáneamente en el Palacio de Minería en 1993.
Después de salir de los CIEES con su equipo en 2004, continuó su trabajo de evaluación-planeación en la Unión de Universidades de América Latina y el Caribe, ahora en el ámbito de la acreditación y certificación universitaria internacional, un reto no pequeño que abordó como siempre, metamodelo gonzaleano en mano, identificando el porqué del caos reinante, ahora en este terreno de la enseñanza-aprendizaje de las disciplinas de todas las áreas del conocimiento en el continente latinoamericano y sus islas, y con propuestas de solución. Se dice fácil …
El Laboratorio de Ficología tiene 45 años de existencia y cincolaboratorios fundados por ficólogos formados en él. La Sección de Ficología del Herbario (FC) tiene 38 años de antigüedad y la Red Internacional de Evaluadores (RIEV) ya cumplió 12 añosde funcionar.
En todos los campos en que incursionó el Dr González - González dejó su sello inconfundible desde lo más abstracto e intangible hasta lo más concreto y asible de su muy singular producción: por su muy peculiar forma de razonar y sistematizar; por los numerosos metamodelos que elaboró, como “Ficoflora Dinámica”, el “Modelo de la Mariposa” y el “Modelo del Diamante” (nombres metafóricos); por los incontables conceptos tan novedosos como oportunos, descriptivos y prácticos como son la unidad merística, la háptica, harmóstica, tígmica y heurística, entre muchos otros en ficología; por sus instrumentos epistemológicos generales y particulares de enorme utilidad como el núcleo básico conceptual de la biología; las tríadas – sencillas, dobles, invertidas -, los conos de abstracción, la sábana de evaluación, los indicadores paramétricos, de estado y de mejoramiento; y el octágono de la biología – que, con el debido respeto – él erróneamente llama ‘araña’ siendo que claramente es una telaraña, entre otros muchos.Todos y cada una uno de los instrumentos tan útiles como la cuchara y el tenedor al comer. También por sus siglas, indispensables para expresar la complejidad de sus ideas, como por ejemplo IOPE, MRVA, UDCoCa; AMRJ, FIU; UGOAs y UVADIs; y AEIOU, no, no las 5 vocales que aparecieron mucho antes que él, sino “Análisis Estructural Integrativo de Instituciones de Educación Superior”. Siglas que llegaron a convertirse en vocablos de comunicación cotidiana: ¿Cuántos IOPEs reportaste en la base de datos? Y en el terreno de la acreditación: ¿cuentan con UVADIs registradas en su programa?
Enamorado permanente del lenguaje, trabajó y trabaja siempre con diccionario a la mano, no sólo para ser preciso en el uso de éste, sino para que todos tengamos un referente lingüístico en común. Y, por último, su innegable huella visual: sus esquemas epistemológicos, o como él les llama, ideologramas, que inició haciendo a mano y después pasaba a un compañero muy hábil para que se los hiciera en computadora; y posteriormente, cuando el colega tomó otros rumbos, se enseñó a usar el Power Point, que hasta la fecha maneja con cada vez mayor maestría. Tan característicos sus esquemas, que un colega chileno le comentó que era innegable su ancestría azteca.
Jorge se propuso darle rostro propio a la biología - palabras suyas - y lo logró. Y si se propuso o no, generar una transdisciplina, la de la ciencia de la evaluación-planeación, estas biógrafas no lo saben, pero también lo logró.
Hasta aquí el proceso alterado del hombre, alterado por Michele Gold-Morgan y Dení Rodríguez Vargas (La Güera Rodríguez).