UNAM Facultad de Ciencias
NUESTRA HISTORIA

DEL LABORATORIO DE FICOLOGÍA DE LA FACULTAD DE CIENCIAS, UNAM

 Los inicios

La trayectoria ficológica de quien concibió al Laboratorio de Ficología de la Facultad de Ciencias de la UNAM, Jorge González-González, comenzó con su curiosidad y hasta fascinación por las algas acapulqueñas (ver Semblanza); se continuó en 1968 con la colecta y determinación de las algas de EL Salvador - recién egresado de la carrera y recién ingresado al matrimonio - por iniciativa propia y amor a ese objeto de estudio, los fines de semana, cuando viajó a dicho país a la universidad nacional a organizar la Sección de Botánica de la Facultad de Ciencias y Humanidades (ver Semblanza). El inicio formal del ejercicio profesional como ficólogo fue en la Facultad de Ciencias UNAM, en 1972, nuevamente por su cuenta y riesgo, en el 2° piso de la antigua Facultad, aquella situada en el centro de CU con vista a las Islas y a Medicina, en un pedazo de pasillo dentro de un laboratorio donde el Dr. Luis Estrada Martínez generosamente le prestaba unos metros cuadrados. Jorge le consiguió una puerta al pasillo, lo amuebló de inicio con una mesa y una silla que fue complementando con mobiliario recuperado gradualmentede desechos abandonados en el pasillo mayor, y con sus libros personales de ficología, biología y filosofía. Lo equipó con un antiguo microscopio y lámpara externa prestados por algún comprensivo laboratorista. Pero lo más notable era el aire refrescante y convocante de aquel pasillo.

Lejos del mar, las algas de aguas continentales fueron su principal objeto de estudio, colectadas los fines de semana en la región central de México en su combi azul celeste, con su familia y después también con sus estudiantes. Con este material proyectó su tesis doctoral bajo la dirección de Carlos Bicudo, ficólogo desmidiólogo brasileño con quien inicia una enriquecedora relación a distancia, cuando las distancias eran distancias porque la tecnología aún no las acortaba. La tesis en sí nunca fue un motor principal de su quehacer; de hecho, no obtuvo el grado de doctor sino hasta 20 años después en 1992, y con otra tesis, bajo la dirección del Dr. Teófilo Herrera. Su motor era poner en marcha un laboratorio de investigación en ficología pertinente al contexto mexicano, con un proyecto de largo plazo, 25 años para empezar - para desconcierto, por decir lo menos, de muchos - y formar ficólogos en ese laboratorio. Fue así como en 1974, con la ampliación de la antigua Facultad, tuvo la maravillosa oportunidad y claridad de visión para diseñar el espacio de un laboratorio de ficología oficial; un laboratorio hecho a la medida del “Programa Flora Ficológica de México”: el laboratorio se llamó simplemente Laboratorio de Ficología (LF). Con éste, comenzó formalmente la investigación ficológica de y en la Facultad de Ciencias, que se sumaba a la trayectoria de las pioneras de la ficología mexicana, la maestra Laura Huerta M. del IPN y la Dra. Martha Ortega G. del Instituto de Biología de la UNAM. En ese momento González-González ya o apenas -según se vea - contaba con tres estudiantes aventureros que previamente habían cursado Botánica I y/o Botánica III con él, y confiaban plenamente en su autoridad académica ...

Como parte del diseño del “PFFdeM”, y basándose en la concepción de que la realidad es compleja y está en permanente devenir - la base de su Teoría de los Procesos Alterados (ver Semblanza) - elaboró la estrategia metodológica que llamó “Ficoflora Dinámica” (FD) precisamente para estudiar a las algas en general, y a las mexicanas en particular, con toda su complejidad y en devenir, en sus diferentes espacios y ambientes. Los pilares conceptuales de la FD son la flora tópica, la típica y la tónica. Su tesis doctoral “Estudio Florístico Ecológico de Ambientes y Comunidades Algales del Litoral Rocoso del Pacífico Tropical Mexicano”, una flora típica (sensu González- González), es una síntesis concreta de cómo hacer investigación en ficoflorística con su particular enfoque conceptual-metodológico.

 

Para sus discípulos, la ficología comenzó en el 15

Pero la seducción académica hacia las algas ocurrió vía los líquenes, antoceros, musgos y helechos … en sentido contrario al de la evolución. La exuberancia de la vegetación en Teocelo, Ver. resultó ser el escenario ideal para que el profesor de Botánica III pusiera en práctica sus artes de seducción académica con un grupo de alumnos diverso que incluía desde un ex boina verde enorme, que dudaba de la existencia de la evolución, hasta la clase media predominante en esos tiempos entre los estudiantes de la Facultad de Ciencias. Largas caminatas por esa jungla tropical y húmeda compuesta de una vegetación extraordinaria, sobre todo para la mayoría de los estudiantes legos en la materia, plantas, insectos y otros animales conocidos por esta mayoría sólo en imágenes de distinto origen y factura, dejaban el ánimo colectivo muy bien dispuesto para el análisis nocturno de la materia de trabajo, pero sobre todo, absolutamente abierto a disfrutar del cierre después del agotador y sofocante día con debates filosóficos y académicos sobre los seres vivos todos, y en particular los helechos, arborescentes y no, que recién habían visto in situ horas antes. Las algas se asomaban todavía tenues, insinuadas, en la vida y experiencias de cada uno, sus sueños y los caminos para alcanzarlos apenas bosquejados. Esas largas conversaciones ocurrían bajo un enorme cobertizo que servía tanto de comedor como de laboratorio y sala de seminarios en un viejo retiro religioso que nos prestaban. Ahí nos alcanzaban las madrugadas, que además de encantadoras en todos los sentidos de la palabra, lo eran por el efecto de las provocaciones intelectuales del maestro y los aromas y sonidos del trópico mexicano, que sirvieron, o mejor dicho, le sirvieron al maestro para confesarnos, para conocer nuestras aspiraciones como científicos menos que en primordio, nuestras afinidades por las diferentes disciplinas biológicas, por los seres vivos de nuestra predilección, nuestras habilidades, nuestra visión de futuro y algunas otras de nuestras peculiaridades. Al cabo de muy poco tiempo, este cruce de vidas desembocó en una convocatoria amplia para reunirnos en el 15. Con la información cuidadosamente colectada nos convenció uno a uno de que las generalmente ignoradas algas eran el objeto de estudio idóneo para llevarnos al cumplimiento de nuestros más acariciados deseos académicos, que iban desde la genética hasta la ictiología, pues casualmente las algas tienen genes y los peces comen algas! No importaba lo que hubiéramos pensado por largo o corto tiempo sobre nuestro futuro profesional, con las algas lo podríamos lograr. Y de allí surgieron varias generaciones de hijos académicos ficólogos, y ahora de nietos, bisnietos y la cuenta sigue.

El 15 ebullió como caldero de mago durante escasos dos años en que se dio la cocción de lo que sería el equipo fundador del Laboratorio de Ficología en el año 1974, claramente delineado mucho tiempo atrás en la mente del maestro. Equipo al que estaba formando a base de preguntas orientadoras, como las llamaba, para entender los fenómenos de la vida y cómo aproximarse a ellos con pensamiento procesual, y sobre todo enseñándonos a cuestionar aquello que se da por hecho ‘porque así son las cosas’. Nos enseñó la diferencia entre ‘el mundo’ en sentido laxo, y tener una concepción consciente del mundo que daba andamiaje a nuestros caóticos pensamientos; nos enseñó cómo toda actividad científica está permeada de filosofía y sustentada en ideología. Su intención era darnos lo que llamaba ‘formación integral’ incluyendo a la ética en el quehacer de la ciencia y de los científicos, su trascendencia en el ámbito académico, y de manera muy enfática en su trascendencia social. Palabras más, palabras menos, nos inculcó que somos una parte más de las complejas manifestaciones de la naturaleza; el respeto y agradecimiento a la educación pública sin menosprecio ninguno de la privada; y nos inculcó el amor por la UNAM, su y nuestra alma mater. Nos enseñó que los científicos no son, no somos, seres especiales, somos una parte más de la sociedad; que somos producto de ella y debemos retribuirla, porque entre otras cosas “es de bien nacidos ser agradecidos…”. Pero igualmente fue muy cuidadoso de nunca usar su gran capacidad de liderazgo para involucrarnos en sus actividades ni en su pensamiento político; nunca nos indoctrinó, hecho que sorprendió a más de uno en asambleas y reuniones con tinte político - que no eran pocas - en la Facultad.

En retrospectiva, la principal característica compartida por esa minicomunidad        -aparte de la de querer ser biólogos y/o explorar qué era eso- era que por ninguna cabeza había atravesado ni fugazmente la idea de ser ficólogo.

Dos biologías de campo dieron continuidad al estudio de los cuerpos de agua de la Región Central y condujeron al aprendizaje del trabajo en equipo y a materializar la relación entre teoría y práctica de los primeros alumnos y futuros maestros, a los que se sumaron oleadas sucesivas de incautos (Ver Árbol de las primeras generaciones). 

 

Fundación del Laboratorio de Ficología

Durante 1973-1974, cuando la FC amplió considerablemente su infraestructura con un ala completa de tres pisos, se funda el Laboratorio de Ficología. Después del 15, el espacio parecía inmenso, con mesones de trabajo en la pared del fondo, donde ‘nadaba’ el exiguo equipo con el que se contaba en ese momento.  Había una mesa, dos cubículos y un cuartito que podría haber sido un cubículo más, pero que nunca se cerró. Ese cuartito, con un pizarrón en la pared y sillas, fue convertido en sala de seminarios, donde continuamos los seminarios del 15 (Jorge siempre tuvo vocación seminarista). Fue el lugar donde con horas y horas de exposiciones del Jefe, de conversaciones y discusiones, todos los que formamos parte de la primera generación de ficólogos de Ciencias, realizamos gran parte de la información aprendida en las aulas tradicionales de nuestra formación previa. El conjunto de datos, conceptos, teorías se fueron acomodando para la comprensión básica de la complejidad inconmensurable de la naturaleza, los seres vivos y nosotros mismos como parte de ella. La biología dejó de ser el “tratado de la vida” y los seres vivos “aquello que nace, crece, se reproduce y muere” para convertirse en nuestro desafío filosófico, epistemológico y científico cotidiano, desde entonces y hasta nuestros días. La taxonomía, la ecología y la evolución dejaron de ser ramas estancas de la biología para convertirse en explicaciones integradas de los procesos en la naturaleza, vistos principalmente a través de las algas que fueron uno de los grandes exploradores evolutivos.

En ese cuartito se materializó en cada uno de nosotros, la visión, la versión, la intención, la conciencia de nosotros mismos como observadores de los procesos naturales, procesos que se van transformando por su devenir intrínseco en interacción con otros devenires y a los cuales esa conciencia recién consolidada, los va alterando desde el momento en que intentamos aislarlos y describirlos para convertirlos en nuevo conocimiento con incremento de su significado para cada uno, por la ampliación y profundización de nuestra aproximación.

La verdad que todos alguna vez en nuestra historia pensamos absoluta y real, se fue desvaneciendo en la construcción cotidiana de nuevos criterios de verdad a partir del ir y venir entre la teoría y nuestro quehacer cada vez más científico.

En el cuartito escuchamos cómo las ciencias, y por tanto, la biología y la ficología, están definidas y delimitadas por su objeto de estudio, intención y procedimientos, cada uno en interrelación con los otros dos. Y la TPA, aunque en aquellos lejanos años aún no había sido bautizada por lo menos para nosotros, comenzó a cobrar forma, a manera de tatuaje, desde ese extraño privilegio de la conciencia hasta la piel.

La pregunta ‘¿Qué son las algas?’ nos rondó por mucho tiempo, aunque para  Jorge era muy claro lo que eran, una construcción epistemológica puesto que no estaban emparentadas entre ellas. En aquellos tiempos las algas se definían por lo que no eran; y no eran la mayoría de las cosas: no eran un grupo natural, no eran plantas, aunque sí fotosintéticas oxigénicas en su gran mayoría; no eran microbios, más que a veces; no eran protozoarios, más que a veces; no eran hongos, y desde luego, no eran animales, aunque algunas fueran heterótrofas y mótiles. Llegamos a entenderlas como procesos transformados por la interacción de sus manifestaciones y capacidades intrínsecas con las manifestaciones y capacidades intrínsecas de los demás seres vivos y del entorno abiótico. Y como procesos alterados por nosotros que las queríamos conocer, reconocer, entender. Esta abstracción anterior, el concepto de algas, nos ha retado durante las ya varias décadas de historia del Laboratorio de Ficología.

 

Se echó a andar formalmente el PFFdeM con proyectos de largo plazo, a cargo de los estudiantes fundadores, en las cuencas de los ríos Papaloapan, Pánuco y Balsas, y en las costas del Pacífico tropical mexicano. Desde esa época y durante más de dos décadas, González-González se dedicó intensivamente a la formación de cada generación de sus discípulos. Durante mucho tiempo cada semestre diseñaba un curso diferente ad hoc para nosotros, aplicando sus concepciones de Biología Integral y Formación Integral Universitaria. Esta formación incluía inevitablemente a la TPA, implicando el pizarrón dividido entre la ficología y la epistemología, y el aprendizaje del lenguaje gráfico a base de los esquemas epistemológicos con que se expresaba siempre. Salíamos corriendo después de cualquier sesión, fuera de asesoría, o corrección de tesis, o planeación de algún trabajo, condos o tres papeles en mano  - cada uno con 3 rayas, dos flechas, y las primeras tres letras de cuatro palabras- a poner en palabras completas y oraciones las abstracciones recién escuchadas antes de que se nos escaparan.

Entre 1975-1976 tuvieron lugar las primeras cuatro recepciones del Laboratorio, con tesis tan diversas como los intereses y afinidades de sus autores: una sobre análisis conceptuales de la reproducción en algas; otra sobre las tendencias evolutivas de las algas; otra sobre la ubicación taxonómica de las cianofitas; y otra más sobre cultivos in vitro de algas microscópicas.

 

Y llegamos a la Nueva Facultad

Mil novecientos setenta y siete inaugura la etapa de consolidación del Laboratorio de Ficología en la todavía llamada Nueva Facultad a pesar de sus más de tres décadas de antigüedad. El nuevo espacio era más pequeño, pero su sectorización en áreas de trabajo muy detenidamente diseñada nos imbuyó de un ambiente de trabajo diferente.  Acarreamos casi todo lo que teníamos, como la cámara de cultivo que era como un mastodonte blanco y una autoclave que parecía tanque de gas. Había área para trabajo de microscopía, de lavado y guardado de material para formol y no formol; área de trabajo de gabinete, área de cultivo, una pequeña biblioteca y un área central grande para las cotidianas discusiones colectivas de planeación y de evaluación de lo académico y lo administrativo del Laboratorio. Había un cubículo para el titular y para cualquiera que requiriera un espacio privado. Sin tener consciencia clara de ello en un comienzo, participábamos de un laboratorio estructurado básicamente de manera horizontal.

Fue creciendo y modernizándose el Laboratorio con microscopios último modelo de las marcas más prestigiosas de la época, con cámara fotográfica automática!!!, Biopan, Zetopan, Docuval de Reichter, pequeños microscopios de campo portátiles que nos facilitaron enormemente este trabajo. Ahora ya cuenta con un área para trabajo de biología molecular.

También se multiplicó el personal y de los cuatro que empezamos, llegamos a 10, 15 y más que ocuparon un lugar importante en esta historia, aunque después se hayan dispersado por la ciudad e incluso por el país y fuera de él.

En 1980 organizamos el Seminario?Taller Conjunto USA?México sobre Ficología con el cual se dio inicio a la proyección internacional del LF y al PFFdeM, que se continuó inmediatamente con estancias en el LF de los Drs. Pierre Bourrelly, Paul Silva (q.e.p.d.), John West y Richard Moe de la UC en Berkeley, dando principio a una larga historia de productiva relación académica, como más tarde lo sería en particular para los cianofitólogos del Laboratorio con el Dr Jiri Komárek. Y para los marinos con Marilza Cordeiro, César Acleto, Ana María Suárez, Candelaria Gil Rodríguez, Bernabé Santelices, entre muchos otros ficólogos ibero y latinoamericanos.

 

El devenir de las décadas

Han sido más de 45 años de intenso trabajo (1977-2019), con los vaivenes propios de la vida misma, a nivel nacional e internacional, en nuestra Universidad, en nuestra Facultad, en el Laboratorio de Ficología.

Del laboratorio original, ahora hay cinco laboratorios especializados en diferentes temáticas ficológicas solo en la FC, más una unidad multidisciplinaria que ahora es parte de la Escuela Nacional de Estudios Superiores (ENES) Morelia.

 

Ahora hay quienes se dedican a la ficoflorística con enfoque sistemático y taxonómico y/o ecológico y/o biogeográfico; de algas de aguas continentales, marinas, subaéreas; de cianofitas, clorofitas, rodofitas, feofitas, diatomeas. Se ha producido una gran diversificación de proyectos particulares en las líneas de investigación tópica, típica y tónica, por ejemplo filogenias y certificación de especies de Actualmente y/o de algas indicadoras de calidad de agua Cyanoprokaryota, Phaeophyceae (Ochrophyta) y Rhodophyta, patrones de distribución de macroalgas marinas, ecología de comunidades litorales marinas  y de aguas continentales, etc. Además se desarrollan proyectos de monitoreo y restauración en ambientes marinos y continentales, servicios ecosistémicos hídricos, evaluación de políticas públicas ambientales y manejo de cuencas. También hay quien hace ‘epistemología ficológica’. Hay equipos y proyectos uni o multidisciplinarios, institucionales e interinstitucionales, nacionales e  internacionales. … y todos hacemos docencia con algas. De que se han producido intensos procesos de diversificación a partir de los sueños del 15, no hay la menor duda.

De 1972 a la fecha, Jorge contabiliza 21 tesis de licenciatura, la mayoría dentro de la ficología dulceacuícola y marina y aproximadamente un tercio en educación.  En maestría se cuentan 11 tesis, otras cuatro sobre educación y epistemología. Once tesis de doctorado en ficología y varias en el área de educación.

Sumando a grandes trancos, hay alrededor de 100 trabajos publicados en diferentes revistas especializadas, capítulos de libros, libros incluyendo ficología; y también de epistemología, educación, evaluación-planeación y docencia, producidos sólo por los hijos académicos directos de Jorge. Habrá que sumar lo que se ha publicado por las diferentesgeneraciones herederas que posiblemente ya vayan en los tataranietos.

De los hijos que se fueron de la Facultad, un conteo rápido arroja otros cinco núcleos de ficólogos desarrollándose en otras universidades en el país e incluso fuera de éste. Reunir la información que permita evaluar el impacto y trascendencia de Jorge González-González en la ficología nacional e internacional es tarea de otros actores, ojalá en un futuro muy cercano. Por ahora un botón de muestra tendrá que ser suficiente.

El Laboratorio de Ficología albergó transitoria o permanentemente a decenas de estudiantes que se formaron cobijados por Jorge González- González y que fueron marcados por sus propuestas y enseñanzas, por su infinita solidaridad  y energía sin límites, su visión de futuros posibles y por su inagotable entusiasmo.

Jorge se propuso poner a la ficología en el mapa de México, y lo logró. Modeló en el pasado, el futuro que hoy es el presente de muchas generaciones de científicos, no solo de ficólogos… Y aunque como él mismo dijo infinidad de veces, “nadie es monedita de oro…”, nadie, aunque quisiera, podría negar la alteración que significó cruzarse en su camino.

Hasta aquí el proceso alterado del Laboratorio de Ficología, alterado por Dení Rodríguez Vargas y Michele Gold-Morgan (La Güera Rodríguez).

 




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última actualización Viernes 26 de Abril de 2024